La ponencia se dedica a mostrar este caso como un límite en la participación infantil para el impulso de la cultura democrática. A niñas, niños y adolescentes (NNyA) trans en la Ciudad de México se les está negando voz y su implicación en el reconocimiento legal a su identidad de género, por lo cual ellas/os y sus familias están luchando. El reconocimiento de la identidad de género es una llave para acceder a otros capitales que suponen la educación, el acceso a la cultura y al deporte, la movilidad internacional, etc. No contar con documentos que coincidan con el desarrollo identitario de estas/os niños les obstaculiza el acceso a dichos recursos. Se necesita un cambio cultural que reconozca su capacidad para decidir, en primer lugar, sobre su propia identidad, empezando porque ocurra en las/os funcionarias/os públicos que operan los dispositivos institucionales que norman sus vidas. En la Ciudad de México se han abierto una serie de oportunidades imprevisibles es esta disputa, que las familias de estas/os niñas/os han aprovechado. Lograron usar un mecanismo de participación ciudadana que abrió una diputada, obligándola a presentar una iniciativa de ley con dicho fin, diseñada por una madre, al Congreso local. Los partidos políticos con la capacidad de realizar una modificación legislativa para el reconocimiento legal de las identidades de los/as NNyA disputan el capital político. Las familias desconocen si acumularán los recursos que resulten atractivos a las y los diputados para aprobar el dictamen de la iniciativa. Por lo pronto, la relación de fuerzas en esta disputa está a favor de los grupos políticos y religiosos que se oponen a su aprobación. Los capitales de los que disponen las familias, no operan en el campo político, que es donde se está dirimiendo el reconocimiento legal de la identidad de género de NNyA.